EL CONCEPTO DE REGIÓN
SOBRE LA NOCION DE ESPACIO
Antes de proceder al análisis de las distintas contribuciones al estudio del concepto región es
indispensable hacer algunas precisiones en torno a la noción de espacio a fin de no caer en el
vicio simplista de usar los términos sin una idea clara de su significado, únicamente para llenar
huecos y darle continuidad al discurso. La intención se debe también a que esta noción
constituye el elemento central en el presente trabajo, sin cuya comprensión será imposible una
correcta discusión del concepto que nos ocupa.
La noción de espacio más generalizada y simple que existe, es la de algo vacío; es decir, un
recipiente que puede ser "llenado" o "vaciado" introduciendo o retirando objetos reales, algo que
es susceptible de ocuparse o ser desocupado. Esta es la idea que la generalidad de las
personas comunes invocan al utilizar el vocablo "espacio" en su lenguaje. Expresiones como
"hay espacio suficiente para dos coches", lo certifican. Esto es lo que Alain Lipietz denomina "la
concepción empirista del espacio".(1)
Esta confusión conceptual no sólo se encuentra en el lenguaje cotidiano, sino que aparece
igualmente
en
elaboraciones
teóricas
contenidas
en
la
literatura
sobre
cuestiones
urbanoregionales; sobre todo, las provenientes de autores de vocación neoclásica.
El riesgo que se corre al postular esta concepción de "espacio", es el llegar a imaginar que los
objetos del mundo real puedan existir "fuera" del espacio, en tanto éste es considerado como
continente vacío de acuerdo a la noción desarrollada por Newton en el siglo XVII. Es decir,
puede caerse en la idea equivocada de que es posible la existencia de lo real en una extraña
dimensión extra espacial.
El espacio no existe por sí solo, como algo distinto de lo corpóreo real. Es más bien condición de
existencia de lo real. Al igual que el tiempo, es dimensión de las cosas y procesos que se dan en
el mundo material. No puede concebirse que un objeto sólo exista en el tiempo haciendo
abstracción de su condición de ente físico y del lugar en donde tiene lugar su existencia. No
podemos concertar una cita estableciendo solamente la hora. Así pues, es imposible que los
objetos reales existan más allá de esa dimensión, fuera o al lado del espacio.
En esta forma, descartamos todos aquellos intentos por otorgarle al espacio una existencia
propia que a su vez conduce a concebirlo como un objeto físico con 2 forma y extensión; es
decir, como algo susceptible de substancializarse
(2)
. Esta especificación nos permitirá estar
prevenidos contra expresiones que hablen de "la producción del espacio" o similares.
En suma, pues, debe distinguirse entre "espacio' y "vacío", a fin de entender este último como lo
contrario a la existencia de lo corpóreo-real, de lo cual conocemos una noción que se desarrolla
a partir de la existencia misma de la materia que es real e independiente de la conciencia
humana.
Otra precisión que debe hacerse, es la referida a la relación entre espacio y territorio.
Quedó establecido que el espacio es una dimensión de la realidad material y no otra realidad
distinta en donde puedan inscribirse objetos y procesos. Por otro lado, se tiene que la existencia
humana y los procesos biológicos (la vida) se dan sobre la superficie terrestre. Hombre y
naturaleza representan la realidad tangible que conocemos. Al establecerse la necesaria
interrelación entre ambos, el primero va transformando el medio físico que lo rodea, adaptándolo
para satisfacer cada vez mejor sus múltiples y complejas necesidades. Este proceso de
adaptación va generando ciertas configuraciones que son el reflejo en el territorio de la forma
que el proceso ha adoptado de acuerdo a las motivaciones de los hombres que lo han llevado a
cabo. En tanto materia, hombres y territorio tienen una dimensión espacial; su existencia es
posible sin esta dimensión o más allá de ella. Sin embargo, es frecuente encontrar que se
identifica equívocamente a ciertas porciones de territorio con la noción de espacio al usar
expresiones como "espacio económico", "espacio político", etc. Esto nos lleva nuevamente a la
confusión ya discutida de concebir el espacio empíricamente, como una realidad preexistente
donde vienen a inscribirse los procesos del mundo material.
La superficie terrestre no es espacio, sino un objeto concreto con las mismas dimensiones de
cualquier otro objeto físico: la temporal y espacial. Por lo tanto aquellas expresiones son
impropias en cuanto a rigor conceptual ya que es preciso distinguir entre espacio y territorio, no
como instancias comparables, sino como dimensión y objeto del cual es dimensión
respectivamente.
Por último, es necesario establecer claramente la diferencia entre espacio y espacialidad, a
efecto de evitar otra de las confusiones en las que más fácilmente puede caerse. La
espacialidad se refiere concretamente a las características de todo lo que existe materialmente.
A diferencia del espacio, es una propiedad de los objetos reales en tanto entes físicos: el
tamaño, la forma, la posición, la dirección y el movimiento, son los elementos que determinan su
espacialidad
(3)
. Sin embargo, cabe señalar que de acuerdo al tipo de fenómeno estudiado, las
leyes que regulan la espacialidad serán distintas. Así, no se puede entender la espacialidad de
un fenómeno biológico solamente a partir de leyes físicas: la circulación sanguínea mediante la
ley de gravitación.
En cuanto a los procesos sociales, debe indicarse que su desarrollo tiene lugar sobre la base de
objetos físicos de existencia material; es decir, que no puede darse en abstracto: no tendría
sentido hablar de migraciones internas en ausencia de los desplazamientos físicos de personas.
Sin embargo, no por eso debe pensarse que la espacialidad de los fenómenos sociales sea la
misma que la de los fenómenos físicos. Más bien debe señalarse que lo social no puede existir
independientemente de lo físico. Por otra parte, es menester que se entienda que la
espacialidad de los procesos y objetos sociales sólo podrá ser entendida a partir de las leyes
que los gobiernan socialmente, aun cuando allí esté implícita la especialidad física de los
mismos. Esto quedará ilustrado al citar el siguiente ejemplo: la movilidad del capital en un
sistema económico, está determinada, en primer instancia, por las leyes físicas que regulan la
posición, forma y movimiento de máquinas y edificios como objetos concretos; para su
desplazamiento y localización se considerará su peso, las dificultades para transportarlos y su
volumen. Sin embargo, estos factores no constituyen las determinaciones finales y únicas para
su movilidad sobre el territorio de un país, ya que si bien son cuerpos de existencia material,
también son objetos de significación social, y su ubicación y movimiento, por lo tanto,
responderán más bien a la lógica del sistema capitalista de producción, la cual dictará que el
capital tienda a concentrarse en el territorio. De aquí que las aglomeraciones urbanas no sean
sólo el resultado crudo de la atracción de masas por un solo polo hacia el que converge un
campo de fuerzas en dirección centrípeta.
En síntesis, para un cabal entendimiento de la problemática regional y del concepto de región,
debe entenderse que el espacio no es un recipiente que pueda llenarse y vaciarse con los
objetos y relaciones del mundo material, sino que es dimensión y condición primaria de su
existencia. No debe confundirse, por lo tanto, con territorio o superficie terrestre, ya que, incluso
éstos, tienen una dimensión espacial. Sobre esta superficie es donde se desarrollan los
procesos naturales y los fenómenos sociales. Toda diferenciación que se haga de las distintas
partes de un territorio, tendrá que hacerse a partir de dichos procesos o en referencia a
aspectos determinados de los mismos. La dimensión espacial se manifiesta, por lo tanto, desde
el momento en que se reconoce la existencia de lo real.
EL CONCEPTO DE REGION
En general, puede decirse que el término región comparte dos significados fundamentales: el
primero, hace referencia a la noción abstracta de un ámbito en cuyo interior se cumplen ciertos
requisitos de semejanza u homogeneidad, ya sea que éste se conciba en el mundo material que
conocemos. o hasta en cualquier lugar del universo. La amplitud de esta acepción permite
aplicarla hasta incluso en la esfera del pensamiento humano o del razonamiento filosófico, como
una figura mental. Así podemos usar expresiones que van desde región ganadera,
región
cardiaca en anatomía, región convexa como en programación lineal, hasta región galáctica,
región del pensamiento o, incluso, región epistemológica.
El segundo significado se inscribe en un nivel más reducido de generalidad, para denotar
ámbitos concretos de la realidad física y sus elementos. Concretamente, aquí el término se
utiliza para identificar porciones determinadas de la superficie terrestre, definidas a partir de
criterios específicos y objetivos preconcebidos, los cuales pueden provenir de las ciencias
naturales o de las ciencias sociales. Menciono esta dicotomía para aclarar que las diferentes
partes de un territorio pueden diferenciarse en función exclusivamente de factores naturales o
geográficos, o con arreglo a determinaciones sociales: una región tiene sentido y existencia sólo
cuando en ella se asienta un conglomerado humano que es el que le otorga forma y extensión.
Con apego a estas precisiones, el propósito de este apartado es examinar el concepto de región
desde la perspectiva de las ciencias sociales, a fin de esclarecer su contenido y situarlo en el
lugar que le corresponde entre las diversas acepciones del término.
En este campo, se han desarrollado múltiples debates y controversias entre estudiosos de
distintas disciplinas, sin que se haya llegado a ningún acuerdo. En mi punto de vista, creo que
esto ha obedecido a que lo que se pretende es llegar a definir un concepto de validez universal
que pueda ser aplicado en cualquier contexto. De estas conformaciones han surgido intentos de
conceptualización que buscan clasificar genéricamente los criterios de, fragmentación de un
territorio dado y/o de establecer los límites de las parcelas así definidas. En todos estos casos,
se invoca la acepción abstracta de¡ término y se le asignan distintos contenidos para diferenciar
determinadas partes de la superficie terrestre. Como resultado de estos esfuerzos teóricos, se
ha llegado a postular un buen número de "tipos" de región que en rigor responden a los
objetivos e intereses particulares de quienes los han propuesto, según la disciplina desde la cual
se haga la formulación. Así, podemos observar que para un geógrafo, una región puede ser
desde un subcontinente, una cierta zona en el polo sur, o hasta el distrito industrial de una
ciudad. En cambio, para un planificador regional, el término sólo es aplicable a áreas mayores
que una ciudad dentro de un ámbito nacional; es decir, a lo que Luis Unikel denominaba un
"espacio supraurbano"
(4)
. Aún más, para un economista neoclásico, una región equivaldría a un
área de mercado.
Sin embargo, a pesar de estas diferencias de enfoque, desde hace ya varios lustros se llegó a
reconocer la necesidad de la interdisciplina para abordar el estudio de los fenómenos sociales
en su dimensión espacial. El desarrollo de la llamada "Ciencia Regional", primeramente
concebida por Walter Isard, consolidó esta tendencia a fines de los años cincuenta. Se trata de
un cuerpo conceptual que intenta ser una síntesis teórica de los segmentos de las distintas
disciplinas que convergen en el estudio de los procesos sociales que tienen lugar en áreas
específicas, de alguna manera definidas como regiones. Tuvo su origen en el seno de una
corriente de la más pura tradición neoclásica, siendo sus autores predominantemente
anglosajones. Tratando deliberadamente de elaborar un discurso puramente científico y neutral,
los científicos regionales se han dedicado a desarrollar técnicas y modelos cuantitativos y a
aplicarlos a lo que sucede en las regiones, haciendo abstracción del contexto social donde se
hace el análisis, así como del momento histórico, la atmósfera ideológica, la estructura política y
el grupo étnico de que se trate. Como veremos más adelante, esta tarea está siendo acometida
por estudiosos de países latinoamericanos, ante la necesidad de teorías propias que reflejen la
realidad de sus problemas y aspiraciones.
En las páginas siguientes, intentaré hacer una revisión crítica de las principales contribuciones al
estudio del concepto de región, con el propósito de dar un paso más hacia su esclarecimiento.
Para ello, me permitiré dividirlas en dos grupos fundamentales: el primero, incluye todas las
formulaciones que denominaré convencionales, cuyo rasgo característico es el de hacer
abstracción de toda consideración histórico-social y así postular conceptos que se pretende
sean universales; el segundo, agrupa a aquellas elaboraciones cuyo punto de partida es
precisamente el reconocimiento de la vigencia de un sistema social históricamente determinado,
el cual da origen a toda concepción regional en la medida en que sostiene que la ocupación de
un territorio está condicionada por el tipo de relaciones sociales prevalecientes entre los grupos
humanos que se asientan en determinadas partes del continuo geográfico.
LAS CONCEPCIONES CONVENCIONALES
Los espacios abstractos (La Escuela Francesa)
Los tipos de región más ampliamente conocidos y a los que se les ha atribuido un significativo
grado de generalidad, son, sin duda, los derivados de las elaboraciones teóricas de Francois
Perroux y Jacques Boudeville.
En un congreso
(5)
, Perroux postuló que el espacio podía concebirse como: a) definido por un
plan; b) un campo de fuerzas, o e) un agregado homogéneo. Sin embargo, debe aclararse que
estas nociones no se refieren a criterios de división territorial, ya que el enfoque de este autor
era puramente funcional. Fue Boudeville quien, posteriormente, en el curso de sus esfuerzos por
darle un contenido geográfico a las nociones abstractas, tanto de espacio como de polos de
crecimiento, concebidas por Perroux de manera ambigua y carente de claridad conceptual,
formuló tres tipos genéricos de región que corresponden respectivamente a los espacios
perlouxianos: región plan o programa, región polarizada y región homogéneas
Tal vez por esa estrecha correspondencia entre ambas formulaciones, se ha desarrollado una
notable confusión conceptual que ha llevado a utilizar el término espacio para denotar formas de
diferenciación de un territorio: el espacio como vocablo, o como categoría de lo real. dicho de
otra manera, esto significa que el concepto de espacio se ha hecho equivalente al de región, al
proyectarlo en el plano de la superficie geográfica, o más bien, al confundirlo con esta última.
De cualquier forma, el trabajo de Perroux y Boudeville ha ejercido una influencia definitiva, al
grado que, para muchos autores, agota enteramente la discusión sobre el concepto de región
toda vez que los conceptos que proponen logran comprender todas las posibles variantes que
en torno a ellos se pueden formular. De manera resumida, estos tres tipos de región pueden
definirse, de acuerdo a las elaboraciones posteriores más conocidas, como sigue:
a) Región homogénea: unidad territorial definida mediante un factor único de diferenciación,
ya sea social, físico, climatológico o político. La diferenciación o dispersión de sus elementos en
su interior, será menor que la que se dé entre las diferentes regiones que se definan. Desde el
punto de vista económico, una región así definida se concibe como un todo diferenciado que se
desarrolla y declina de manera uniforme. Es el concepto utilizado en macroeconomía regional,
con base en el cual se reducen a escala problemas de crecimiento, determinación de la renta y
cambios a corto y largo plazo, asumiendo valores constantes de esas variables en toda la
región.
b) Región polarizada: denominada también nodal, hace referencia a unidades territoriales
definidas a partir de la interdependencia funcional y de la densidad de flujos entre sus
elementos, sin que puedan establecerse para la misma, límites precisos. Su característica es la
interacción entre núcleos centrales y áreas satélites. El sistema se organiza en torno a un polo
central con el cual todos sus elementos se relacionan más intensamente que otros ubicados
fuera del ámbito nodal. En la práctica, este tipo de región se refiere a una ciudad y su área
territorial de influencia; ésta es el ámbito de mercado para la producción de la primera y, a la
vez, zona de abastecimiento para su demanda de insumos. Esta relación centro-periferia se
amplía a escala nacional para comprender a la que se establece entre el polo dominante y el
resto del territorio, ya que las diferentes regiones definidas para el país dado, se organizarán
jerárquicamente en torno al nodo más importante que, en el Tercer Mundo, casi siempre
corresponderá a la capital nacional. Como podrá apreciarse, este esquema representa la
contraparte francesa a la Teoría del Lugar Central, desarrollada por la Escuela Alemana de
Christaller y Lösch, en cuanto hace al carácter jerárquico de la organización territorial de un
sistema económico nacional que ambas proponen.
c) Región plan o programa: es aquélla que se define en función de criterios y objetivos
específicos de política económica para alcanzar el máximo de eficiencia en la implementación
de programas y estrategias. Su determinación es, por lo tanto, totalmente arbitraria, pues
generalmente se busca coherencia administrativa o congruencia entre el área a considerar y la
estructura institucional disponible para llevar a cabo los planes.
Aun cuando cada uno de estos tipos responde a fines específicos, los tres comparten la
característica común de corresponder a secciones territoriales diferenciadas en virtud de algún
elemento o condición que se cumple en su interior. Es decir, áreas cuya identidad está
determinada por algún factor o criterio único que les confiere cierto grado de homogeneidad
suficiente que pueda distinguirse de otras áreas del continuo geográfico. La generalidad que han
alcanzado, se debe a su carácter ahistórico, aideológico y neutral, respecto de la realidad social
en que cualquiera de los tres tipos de región se inscriba. Así, estos criterios pueden aplicarse a
la Inglaterra del siglo XIX, o a la Bolivia de 1980.
Basándose en estas tres denominaciones, se han elaborado otras de alcance más limitado o
específico que vienen a ser más bien variantes concebidas para servir a determinados
propósitos en los distintos discursos teóricos. Este es el caso de los tipos de región propuestos
para fines de planificación o para el desarrollo de actividades en jurisdicciones subnacionales.
La región económica (La Escuela Alemana)
La aportación de esta corriente de pensamiento al estudio del concepto región, se deriva de los
trabajos de Walter Christaller y August Lösch al formular la llamada Teoría del Lugar Central
dentro de sus esfuerzos por descubrir las leyes y mecanismos que regían el orden territorial de
los fenómenos económicos. Para este fin, concibieron la realidad geográfica como un espacio
euclideano, bidimensional, lo que les permitió hacer uso de formas espaciales abstractas contra
las cuales referir esa realidad, llegando, incluso, a postularías como el ideal al que deberían
tender las configuraciones territoriales de toda organización social.
Para Lösch, las regiones definidas geográfica o culturalmente, así como el territorio de los
Estados-nación, creados por razones políticas, eran agregados artificiales determinados
arbitraria y accidentalmente. Su intención, por lo tanto, fue proponer un nuevo concepto que
superara esas limitaciones. Y permitiera concebir un "orden espacial de cosas más natural y
duradero" '. Esta es la noción de "región económica" en oposición a las regiones culturales,
geográficas o políticas, de las cuales pretendió que fuera no una variante sino algo equivalente.
Este concepto responde a la idea de definir una región a partir de la forma como las actividades
productivas están distribuidas sobre el territorio, y los procesos económicos tienen lugar
tomando en cuenta la fricción de la distancia. Se concibe así a aquélla como una unidad
económica independiente y autosuficiente integrada por la agregación de las áreas de mercado
de los distintos productos. Estas áreas tendrán una forma hexagonal para cada producto, por
ser ésta la que permite minimizar la distancia total entre puntos de consumo y producción y
maximizar el número de demandantes del producto por unidad de superficie. Esto, bajo el
supuesto de una superficie isotrópica y una distribución uniforme de recursos y población.
En realidad, como el mismo Lösch lo expresó, se trata de una región ideal concebida como un
recurso teórico indispensable, según él, para identificar las regiones del mundo real y entender
su naturaleza y estructura esencial, bajo la condición de aceptar supuestos altamente
restrictivos. Cada unidad productiva tendrá un área de mercado en forma de hexágono, dentro
de la cual toda la población residente consumirá sus productos, ya que cualquier otra unidad
productiva estará a mayor distancia; estas áreas de mercado serán del mismo tamaño para un
mismo producto y se agregarán para formar redes; habrá otras áreas de mercado para otros
productos que serán mayores o menores, las cuales se superpondrán unas a otras, yendo
desde muy chicas hasta las muy grandes; al ordenarlas en torno a un centro de producción
común a todas (el lugar de mayor centralidad) y retándolas alrededor de éste, se logrará un
sistema óptimo en el que cada lugar tendrá acceso a todos los productos y se podrán establecer
las mejores líneas de transportación. Esto es lo que Lösch llamó la región económica ideal.
La región productiva (La teoría de la base económica)
Esta noción de la base económica, se inscribe dentro de las Teorías del Crecimiento Económico
Regional que se han discutido desde hace casi tres décadas dentro de la doctrina neoclásica,
para entender las causas que determinan el progreso o el estancamiento de las regiones. Se
parte de la idea de que la superficie terrestre está diferenciada en función de la dotación de
recursos naturales, lo cual da lugar a una división territorial del trabajo como consecuencia de
que cada área se especializa en la producción de aquellos bienes que sus recursos permite. Así,
se enfatiza en el hecho de que ninguna región es autosuficiente, por lo que el intercambio y el
comercio entre regiones, representará la condición necesaria para su existencia.
El crecimiento de una región dependerá de su capacidad productiva en general y de sus
posibilidades de exportación en particular. Si su producción se restringiera a las necesidades del
consumo local, el crecimiento sería lento, dado el carácter circular del proceso. Sólo cuando se
rompe este círculo y pueden lograrse excedentes exportables, podrá establecerse una
expansión autosostenida, ya que al venderse las exportaciones a gentes cuyos ingresos fueron
obtenidos en otras regiones, se hará posible un influjo monetario neto para pagar las
importaciones y se instalará lo que Myrdal llamó un proceso de causación circular acumulativa.
Toda la estructura productiva del área se organizará en torno a las actividades de exportación
que, por eso, se denominan básicas; se desarrollarán industrias complementarias y servicios de
apoyo (organizaciones de investigación, bancos, agencias de capacitación de mano de obra,
etc.) generando economías externas que se aprovecharán para mejorar la posición competitiva
de los productos regionales, al reducir su costo. La región se comportará como un todo
homogéneo y coherente cuya identidad estará determinada por sus actividades económicas
para la exportación; es decir, por su base económica.
A partir de estos razonamientos, se propone una redefinición del concepto de región, señalando
que el elemento unificador que da cohesión a una región más allá y por encima de sus
regularidades geográficas, es su desarrollo alrededor de una base económica común.' Esta
circunstancia es la que hace que las fortunas y voluntades de los habitantes del área, se unan
en esfuerzos políticos comunes y la economía regional se integre bajo objetivos comunes de
desarrollo.
LAS CONCEPCIONES AVANZADAS
La región espacial (La teoría de Coraggio)
Haciendo un reconocimiento explícito y exhaustivo de las relaciones entre formas espaciales y
procesos sociales y, asimismo, una clara especificaci6n del concepto de espacio, este autor
parte de la noción de "ámbito" de una relación, para llegar a un concepto de región que
incorpora consideraciones de la realidad social y material; es decir, de los diversos órdenes del
ser. Define como ámbito territorial de una relación social, al "segmento de territorio que incluye
la localización de los agentes y medios directamente acoplados por la relación, así como a los
senderos de los flujos materiales que la realizan". Añadiendo que pueden identificarse áreas de
homogeneidad relativa, llega a definir a la región como un ámbito o área de homogeneidad
territorial, definida a partir del dominio particular de una relación de acoplamiento o de
semejanza. (10)
Si bien esta definición adelanta, en parte, un concepto nuevo, más general, de región, la misma
de ninguna manera agota la contribución de Coraggio al esclarecimiento de dicho concepto en
su significado más general.
El verdadero concepto que postula, hace referencia a porciones del territorio como lugar o
escenario en donde se ubican procesos y relaciones sociales, así como elementos y procesos
naturales, los cuales, al estar indisolublemente articulados, conforman lo que se denomina un
complejo social-natural. Esta articulación entre lo social y lo natural, se da a través de procesos
ecológicos y biológicos (metabolismo, etc.) cuyo desarrollo indica la estrecha interrelación entre
ambos órdenes del ser y deja en claro que no se trata de una relación entre objetos o entidades
distintas que puedan concebirse separadamente. La región viene a ser el ámbito en donde se
aloja esta colectividad diversa pero coherente. Su tamaño, forma, localización, etc., responderán
a la lógica de los procesos sociales, de la que también se deriva el tipo de organización espacial
y las formas de apropiación del territorio. Es decir, que una región es la forma espacial de un
subsistema social históricamente determinado, entendiendo como forma espacial a una
configuración territorial cuya lógica puede entenderse a partir de un proceso social concreto que
acusa regularidad y recurrencia.
Cabe destacar que Coraggio distingue este concepto de región del regionalización, el cual
subdivide entre regionalización objetiva y regionalización subjetiva. La primera, se refiere a la
inscripción en el territorio de un proceso, relación o fenómeno dados; mientras que la segunda,
es el conocido procedimiento de identificar regiones con base en ciertos criterios y bajo objetivos
específicos (como el caso de la planificación). Así, un fenómeno estará objetivamente
regionalizado, cuando su organización espacial correspondiente esté identificada en ámbitos o
áreas definidas de homogeneidad territorial. Es decir, que la regionalización de ese fenómeno es
su forma espacial.
Los temas que señala para el análisis de la problemática regional, incluyen el estudio de los
ámbitos de acumulación mercantil y los ámbitos de explotación. Asimismo, señala la
organización territorial de la' reproducción de la fuerza de trabajo, la reorganización de la
producción del capital social, y la reorganización de los procesos políticos e ideológicos de
dominación.
La región integral (La Escuela Argentina)
Está representada aquí por el trabajo de Rofman, quien después de hacer una crítica
sistemática a las acepciones convencionales del término región, que la definen a partir de
un solo elemento o factor, o la consideran haciendo abstracción del sistema económico
social en el que inscribe como un todo indiferenciado internamente en cuanto a estructura
social y política, se emprende la elaboración de un nuevo concepto de carácter integral. El
punto de partida es el reconocimiento de que cada sociedad organiza su espacio y le
imprime una forma específica de configuración.
(11)
Se apela, además, al concepto de
formación social como algo históricamente determinado y, como éste suele aplicarse a
comunidades nacionales, se establece que cualquier sistema subnacional compartirá los
rasgos esenciales característicos del sistema nacional. De esta manera, los diferentes
subsistemas o regiones se diferenciarán por el tipo de variante que acusen de la formación
social en cuestión, pero, a su vez, se considerarán como formaciones sociales propias,
cuyas características estarán acordes con el modelo nacional.
Este concepto integral de región, se postula como capaz de dar cuenta de cuestiones
fundamentales como: el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas regionales; las
relaciones de producción; las formas de organización y el nivel tecnológico de la economía;
el grado de concentración económica y los módulos de distribución del ingreso, y el modo
de producción dominante, los modos subordinados, las formas de coexistencia entre los
mismos y la estructura política.
La relación que se establezca entre la formación social regional y la nacional, surge como
aspecto esencial de toda la argumentación, ya que de la manera en que se articulen,
dependerá el grado de autonomía de la primera respecto de la segunda y, en el sentido
contrario, la intensidad con que influirán regionalmente los fenómenos y cambios que se
desarrollen a nivel nacional e internacional. dicha forma de articulación se conocerá
mediante un análisis detallado de las características particulares de cada región que no
sean propias del sistema nacional, en cuanto al sistema productivo, la estructura social y la
estructura jurídico institucional.
La región histórica
Esta última contribución que he considerado, se desprende de un trabajo de dos historiadores
mexicanos
(12)
que buscan explicar la organización territorial y la estructura regional de México a
través del examen de los procesos históricos subyacentes que conformaron a las regiones
actuales.
Estos autores dirigen su análisis a las fuerzas económicas, sociales y políticas que determinaron
la forma y el carácter de las regiones a través del tiempo, bajo la acción de los esquemas de
dominación que se sucedieron en sus distintos momentos históricos. Es decir, hacen énfasis en
la formación histórica de las regiones.
Con esta concepción, intentan superar las limitaciones de los estudios regionales que
únicamente consideran la singularidad y características de las regiones, tal como aparecen en el
presente y, además, se las considera como entidades autónomas separadas o separables del
sistema nacional que forman parte, el cual llega así a concebirse como la suma de sus regiones.
En este sentido, precisan que el proceso histórico regional es reflejo y consecuencia de los
procesos generales que afectaron a la industria del país: la verdadera peculiaridad de una
región se conocerá sólo al considerarla en su contexto nacional y en su dimensión histórica.
Para caracterizar o diferenciar una región, identifican la formación económico-social que allí se
asienta, considerándola como unidad histórica y reconociendo que la misma es el resultado de
relaciones histórica y sociales más amplias que le dieron origen y cuyo predominio se extiende
más allá de los confines regionales.
En síntesis, la región se conceptúa como un espacio históricamente constituido que es producto
de las relaciones sociales y de patrones de dominación imperantes en las sucesivas etapas
históricas de su desarrollo.
EVALUACIÓN
Al iniciar el apartado anterior, señalaba la necesidad de distinguir entre la noción abstracta y
general de región y el concepto más concreto que hace referencia a formas de parcelación de
un territorio dado, como un caso especial de la primera. Con esto, lo que pretendo realmente es
destacar la diferencia fundamental entre lo que es el término en sí y lo que viene a constituir el
concepto de región en ciencias sociales. La relevancia que le atribuyo a esto, se deriva de que
dicha definición sea tal vez la fuente de gran parte de las confusiones en torno a significado de
esta noción sencilla y a la vez compleja. El término como tal, sin caer en complicaciones
semánticas, no es sino un recipiente neutral susceptible de llenarse con contenidos diversos que
vienen a ser, en este caso, las distintas connotaciones de la idea de región a que se ha llegado
en los diferentes campos del conocimiento humano.
El significado genérico del término mismo, es lo que corresponde a la noción abstracta a que he
hecho referencia, en el sentido de que sugiere la idea de un ámbito de cualquier índole, capaz
de diferenciarse de otros similares en los diversos órdenes del ser. En esta idea, esta noción, la
que se aplica indiscriminado y superficialmente en todos los contextos, confundiéndola con
conceptos que son casos específicos de la misma, como los usados para designar partes de un
territorio a proyectarlas contra el plano geográfico. Es decir, el término constituye el vocablo con
el que se expresa el concepto de región y cuyo significado corresponde a la acepción más
general de este último.
Este razonamiento pone de manifiesto el
concepto región hecho de que en las llamadas
concepciones convencionales lo que se discute en realidad son las distintas formas o criterios
para caracterizar a las varias partes de un territorio, mas no el significado del término región. En
todos estos casos, se da por hecho que existe acuerdo al respecto y se utiliza a este significado
como sustantivo a ser calificado por distintos adjetivos (región polarizada, económica,
homogénea, etc.) Esto, claro está, no implica que por tal razón esos esfuerzos teóricos sean
irrelevantes; de lo que se trata, más bien, es de ubicarlos de acuerdo al carácter de su
aportación. De esta manera, puede observarse que algunas proposiciones, más que conceptos,
son tipos de región, ya que simplemente se habla de atributos o factores que clasifican y dan
identidad a determinadas áreas geográficas, las cuales quedarán tipificadas en diferentes
formas con arreglo a un concepto que no se discute. Tal es el caso de los propuestos por la
Escuela Francesa. Sin embargo, es fundamental destacar la indiscutible generalidad del
concepto de homogeneidad, de acuerdo al cual Boudeville desarrolló uno de sus tipos de región.
En cuanto a otros aspectos, es de comentarse que, aún cuando las concepciones
convencionales se caractericen por su naturaleza ahistóríca y aideológica, la verdad es que
llevan implícitos estos elementos, pues aspiran a la universalidad al postular como eterno el
sistema social en cuyo seno fueron concebidas. Esto se observa, por ejemplo, al revisar la
contribución de Lösch, quien asume una sociedad atomística carente de toda diferenciación y
establece la obtención de ganancias por parte de¡ productor, como el motor que impulsará la
articulación territorial del sistema a través de la eficiencia en la localización de los productores y
en las líneas de transporte. En otras palabras, se está hablando de la esencia misma del
capitalismo, al cual se le considera como un orden social inmutable. Al examinar el resto de
estas aportaciones, podrá advertirse que cada una conlleva el tipo de formación social a partir
de la cual sus autores la concibieron. Sin embargo, al no reconocer esto explícitamente, quedan
sujetas a las limitaciones de todas aquellas teorías que pretenden ser universales nada más
sobre la base de postular como eternos los supuestos de que parten.
Sin embargo, es necesario aclarar que no por lo anterior este tipo de concepciones que
denominamos convencionales, pierden toda relevancia, ya que, en cada caso, se producen
aportes teóricos cuya validez se mide en función del propósito a que sirven. Más bien debe
situárselas en el lugar en que les corresponde utilizarse cuando nuestros objetivos de trabajo
sean similares o congruentes con aquellos que tuvieron sus autores al formularlos. Para los
fines de una empresa privada, el concepto de región no será otro que el de área de mercado
(Lösch). En cambio, para una dependencia gubernamental responsable de la implementación de
planes, la región-plan o la región homogénea (Boudeville) serán las de mayor utilidad para
efectos prácticos, pues seguramente, buscará una homogeneidad administrativa posible,
mediante la agregación de distritos, municipios o estados.
En el caso del tipo de región inspirado en la llamada Teoría de la Base Económica, cabe
observar que, si bien es aparentemente de alcance limitado, parte del hecho irrefutable de que
existe una división territorial del trabajo, toda vez que se da la especialización del proceso
productivo en determinadas partes de la superficie terrestre. Esto último, a su vez, se apoya en
el hecho, también innegable, de que los recursos no están uniformemente distribuidas desde el
punto de vista geográfico, lo cual orienta en buena medida la ubicación de las unidades de
producción, cuando menos durante el proceso de ocupación del territorio o aún después, como
en el caso de las industrias extractivas. De esta manera, se destaca el hecho objetivo de que, a
nivel subnacional, no existen regiones autosuficientes.
Al proponer que una región se define por su organización en torno a sus actividades productivas
para la exportación, se hace resaltar la noción de comunidad como elemento de identidad
regional, lo que, en mi opinión, pudiera equivaler, guardando las debidas reservas, a lo que la
Escuela Latinoamericana plantea como un subsistema social que se asienta en un área
determinada. Claro que ésta es una mera analogía que se sugiere a sí misma pero que en
realidad no constituye una equivalencia. Pero volviendo a la redefinición propuesta por North,
puede citarse el ejemplo de las regiones agrícolas de Sinaloa y Sonora o a la industrial de
Nuevo León, para comprobar la validez que para ciertos fines tiene la noción de región
productiva, validez que, sin embargo, se desvanece a medida que el tamaño del área
considerada es aumentado.
No hay duda de que el segundo grupo de concepciones representa un avance respecto de las
contenidas en el primero, sobre todo a la luz de las necesidades y realidad de los países
latinoamericanos. Esto se apoya en que se trata de elaboraciones realizadas más recientemente
y a partir de la revisión crítica de estas últimas, que aquí designamos como convencionales. Su
validez proviene de que sus planteamientos se originan en cuestiones más generales, como son
las relaciones entre naturaleza y sociedad o entre espacio y espacialidad y espacio y territorio.
Es decir, se parte de las condiciones materiales de existencia del hombre y, además, se
reconoce el carácter transitorio de las distintas formas de organización social de acuerdo a las
cuales se ha agrupado a lo largo de la historia. El concepto de formación social asume un papel
fundamental como ordenador de las ideas acerca de las configuraciones que se van
produciendo en el territorio en distintos momentos históricos. Se destaca la necesidad teórica de
enfocar la atención hacia factores de mayor relevancia para conformar la idea de región y, a la
vez, para identificarla en la realidad geográfica, logrando así superar las limitaciones de los
criterios convencionales que proponen atributos únicos de homogeneidad, o abstracciones,
como la intensidad de flujos para caracterizar a las regiones. El grado de desarrollo de las
fuerzas productivas, los modos de producción y su coexistencia, las relaciones de dominación,
la estructura política, las formas de acumulación, la organización territorial de la reproducción de
la fuerza de trabajo, etc., son incuestionablemente los elementos que revelarán la realidad
regional de un país, ya que no sólo presentarán una imagen descriptiva (fotográfica) de lo que
hay o sucede en las distintas partes de su territorio, sino que, además, pondrán de manifiesto
las fuerzas que dieron origen a esa situación y a las que tienden a mantenerla, además de que
aportarán criterios para modificarla.
Las regiones tendrán sentido sólo en tanto sean el escenario donde se asienta un conglomerado
humano y una colectividad de elementos naturales, ambos en estrecha interrelación y formando
un todo orgánico. Las definidas únicamente a partir de los elementos naturales, se reducirán,
por lo tanto, a meras clasificaciones geográficas realizadas de acuerdo a clima, topografía,
recursos, etc. Sin embargo, como lo advierte Coraggio, no debe confundirse a la región con los
elementos que la integran; esto es, con el grupo social que la habita o con los elementos
naturales que allí existen, sino que debe entenderse como la parcela territorial en donde se
alojan; esto es, como segmento de la realidad material en donde tiene lugar su existencia.
En resumen, podemos establecer que el concepto de región más completo a que podemos
llegar es, sin duda, el que surge de una integración adecuada de las proposiciones de los
aportes "avanzados" que se han revisado aquí. Como quiera que se defina, constituirá un
concepto nuevo de mayor validez y generalidad que aquéllos que le han servido como
antecedentes. Hará referencia a secciones de un territorio en cuyo seno está asentado un grupo
humano que es parte de una formación social más amplia, generalmente concebida dentro de la
noción moderna de Estado nacional, de la que también será una variante pero con un cierto
grado de autonomía que le permitirá, a su vez, constituirse en una formación social distinta. Este
grupo o subsistema social históricamente determinado, imprimirá su sello particular a la
organización de ese territorio, lo cual resultará en formas especiales concretas que no será otra
cosa que la regionalización de los distintos procesos sociales que lleve a cabo el conglomerado.
Su extensión, forma y posición relativa, no se explicarán por leyes físicas, sino por las que
gobiernan esos fenómenos sociales de acuerdo al modo de producción dominante.
Como puede advertirse, aún en este concepto más elaborado, la región se reduce, en último
análisis, a una porción de la realidad geográfica en cuyo interior prevalece alguno o algunos
atributos que le confieren la homogeneidad suficiente para distinguirse de otras y así tener
identidad y existencia propias. Esto no significa, sin embargo, que toda la revisión realizada
carezca de sentido, en vista de que al final llegamos nuevamente a la misma noción simple que
tal vez se tenía al principio, sin necesidad de un estudio complicado. Por el contrario, en primer
lugar, se ha destacado la importancia cardinal de comprender cabalmente qué es el espacio
como categoría y dimensión, así como la relación general entre formas espaciales y procesos
sociales a través de la noción de espacialidad. Así mismo, ha quedado señalada la necesidad
de entender que los fenómenos sociales tienen inherentemente una dimensión espacial como
condición primaria de su existencia. Por otra parte, se ha intentado establecer la diferencia entre
el término región, como vocablo que denota la ideal general de ámbito, y lo que de manera más
específica constituye el concepto de región en ciencias sociales, así como la distinción entre
concepto y tipo de región.
Al postular la especificidad del concepto en relación al significado del término, no se intenta
señalar un grado inferior de generalidad, sino destacar su respectiva posición. En última
instancia, la región constituye, por decirlo así, un recurso conceptual que resume las diferentes
consideraciones contenidas en este ensayo, permitiendo lograr su comprensión, dado que, si
bien se le utiliza comúnmente para referirse a ámbitos subnacionales, designa en general a las
distintas partes de la realidad geográfica en donde tiene lugar la existencia humana.
Palacios L. Juan José.
REFERENCIAS
(1) Lipietz, A., El capital y su espacio, Editorial Siglo XXI, México, 1979.
(2) Coraggio, J.L, Sobre la espacialidad social y el concepto de región, El Colegio de
México, Avances de investigación, CEED, 3, 1979.
(3) Véase, Coraggio, J.L, op. cit, p. 6.
(4) Unikel, L., Región escrito elaborado para definir el término para fines de diccionario,
México, 1980.
(5) Perroux, F., Economic space. Theory and applications, Quarteriy Journal of Economics,
Vol. LXIV 1950, pp. 90-97.
(6) Para complementar los trabajos de Boudeville, así como, de Perroux y la Escuela
Fancesa, ver, Darwcnt, D.F., Growth poles and centers In regional planning: a review, en
Friedmann y Alonso (Eds.)., 'Regional poiicy, Readings in theory and applications', MIT
Press, 1975, pp. 539-565.
(7) Lösch, A., The nature of economic regions, en Friedmann y Alonso (Eds)., op. cit. p. 97.
(8) North, D.C., Location theory and regional economic growth, en Friedmann y Alonso
(Eds)., p. 346.
(9) Coraggio, J.L, op. cit, p. 42.
(10) Ibidem p. 44.
(11) Rofman, A., Desigualdades regionales y concentración económica: el caso argentino,
Ediciones SIAP-Planteos, Buenos Aires, 1974, p. 41.
(12) Moreno Toscano, A. y Florescano, E., El sector externo y la organización espacial y
regional de México (1521-1910) Ponencia presentada en el IV Congreso Internacional de
Estudios sobre México, Santa Mónica, Calif., 1973.