EL CONCEPTO DE REGION*
* Palacios L. Juan José. 'El concepto de región: la dimensión espacial de los procesos
sociales' en: Revista Interamericana de Planificación. Vol. XVII, No. 66 México, Junio
1983. pp. 56-68.
Ésta es la versión de caché de G o o g l e de
http://dzibanche.biblos.uqroo.mx/Cursos_linea/Efrain_Villanueva/Otono2001/Josepal_concr
eg.htm.
SOBRE LA NOCION DE ESPACIO
Antes de proceder al análisis de las distintas contribuciones al estudio del concepto región,
es indispensable hacer algunas precisiones en torno a la noción de espacio a fin de no caer
en el vicio simplista de usar los términos sin una idea clara de su significado, únicamente
para llenar huecos y darle continuidad al discurso. La intención se debe también a que esta
noción constituye el elemento central en el presente trabajo, sin cuya comprensión será
imposible una correcta discusión del concepto que nos ocupa.
La noción de espacio más generalizada y simple que existe, es la de algo vacío; es decir, un
recipiente que puede ser "llenado" o "vaciado" introduciendo o retirando objetos reales, algo
que es susceptible de ocuparse o ser desocupado. Esta es la idea que la generalidad de las
personas comunes invocan al utilizar el vocablo "espacio" en su lenguaje. Expresiones
como "hay espacio suficiente para dos coches", lo certifican. Esto es lo que Alain Lipietz
denomina "la concepción empirista del espacio".1
Esta confusión conceptual no sólo se encuentra en el lenguaje cotidiano, sino que aparece
igualmente en elaboraciones teóricas contenidas en la literatura sobre cuestiones urbanoregionales; sobre todo, las provenientes de autores de vocación neoclásica.
El riesgo que se corre al postular esta concepción de "espacio", es el llegar a imaginar que
los objetos del mundo real puedan existir "fuera" del espacio, en tanto éste es considerado
como continente vacío de acuerdo a la noción desarrollada por Newton en el siglo XVII. Es
decir, puede caerse en la idea equivocada de que es posible la existencia de lo real en una
extraña dimensión extra espacial.
El espacio no existe por sí solo, como algo distinto de lo corpóreo real. Es mas bien
condición de existencia de lo real. Al igual que el tiempo, es dimensión de las cosas y
procesos que se dan en el mundo material. No puede concebirse que un objeto sólo exista
en el tiempo haciendo abstracción de su condición de ente físico y del lugar en donde tiene
lugar su existencia. No podemos concertar una cita estableciendo solamente la hora. Así
pues, es imposible que los objetos reales existan más allá de esa dimensión, fuera o al lado
del espacio.
En esta forma, descartamos todos aquellos intentos por otorgarle al espacio una existencia
propia que a su vez conduce a concebirlo como un objeto físico con 2 forma y extensión; es
decir, como algo susceptible de substancializarse2. Esta especificación nos permitirá estar
prevenidos contra expresiones que hablen de "la producción del espacio" o similares.
En suma, pues, debe distinguirse entre "espacio' y "vacío", a fin de entender este último
como lo contrario a la existencia de lo corpóreo-real, de lo cual conocemos una noción que
se desarrolla a partir de la existencia misma de la materia que es real e independiente de la
conciencia humana.
Otra precisión que debe hacerse, es la referida a la relación entre espacio y territorio.
Quedó establecido que el espacio es una dimensión de la realidad material y no otra
realidad distinta en donde puedan inscribirse objetos y procesos. Por otro lado, se tiene que
la existencia humana y los procesos biológicos (la vida) se dan sobre la superficie terrestre.
Hombre y naturaleza representan la realidad tangible que conocemos. Al establecerse la
necesaria interrelación entre ambos, el primero va transformando el medio físico que lo
rodea, adaptándolo para satisfacer cada vez mejor sus múltiples y complejas necesidades.
Este proceso de adaptación va generando ciertas configuraciones que son el reflejo en el
territorio de la forma que el proceso ha adoptado de acuerdo a las motivaciones de los
hombres que lo han llevado a cabo. En tanto materia, hombres y territorio tienen una
dimensión espacial; su existencia es posible sin esta dimensión o más allá de ella. Sin
embargo, es frecuente encontrar que se identifica equívocamente a ciertas porciones de
territorio con la noción de espacio al usar expresiones como "espacio económico", "espacio
político", etc. Esto nos lleva nuevamente a la confusión ya discutida de concebir el espacio
empíricamente, como una realidad preexistente donde vienen a inscribirse los procesos del
mundo material.
La superficie terrestre no es espacio, sino un objeto concreto con las mismas dimensiones
de cualquier otro objeto físico: la temporal y espacial. Por lo tanto aquellas expresiones son
impropias en cuanto a rigor conceptual ya que es preciso distinguir entre espacio y territorio,
no como instancias comparables, sino como dimensión y objeto del cual es dimensión
respectivamente.
Por último, es necesario establecer claramente la diferencia entre espacio y espacialidad, a
efecto de evitar otra de las confusiones en las que más fácilmente puede caerse. La
espacialidad se refiere concretamente a las características de todo lo que existe
materialmente. A diferencia del espacio, es una propiedad de los objetos reales en tanto
entes físicos: el tamaño, la forma, la posición, la dirección y el movimiento, son los
elementos que determinan su espacialidad3. Sin embargo, cabe señalar que de acuerdo al
tipo de fenómeno estudiado, las leyes que regulan la espacialidad serán distintas. Así, no se
puede entender la espacialidad de un fenómeno biológico solamente a partir de leyes
físicas: la circulación sanguínea mediante la ley de gravitación.
En cuanto a los procesos sociales, debe indicarse que su desarrollo tiene lugar sobre la
base de objetos físicos de existencia material; es decir, que no puede darse en abstracto:
no tendría sentido hablar de migraciones internas en ausencia de los desplazamientos
físicos de personas. Sin embargo, no por eso debe pensarse que la espacialidad de los
fenómenos sociales sea la misma que la de los fenómenos físicos. Más bien debe señalarse
que lo social no puede existir independientemente de lo físico. Por otra parte, es menester
que se entienda que la espacialidad de los procesos y objetos sociales sólo podrá ser
entendida a partir de las leyes que los gobiernan socialmente, aun cuando allí esté implícita
la especialidad física de los mismos. Esto quedará ilustrado al citar el siguiente ejemplo: la
movilidad del capital en un sistema económico, está determinada, en primer instancia, por
las leyes físicas que regulan la posición, forma y movimiento de máquinas y edificios como
objetos concretos; para su desplazamiento y localización se considerará su peso, las
dificultades para transportarlos y su volumen. Sin embargo, estos factores no constituyen
las determinaciones finales y únicas para su movilidad sobre el territorio de un país, ya que
si bien son cuerpos de existencia material, también son objetos de significación social, y su
ubicación y movimiento, por lo tanto, responderán más bien a la lógica del sistema
capitalista de producción, la cual dictará que el capital tienda a concentrarse en el territorio.
De aquí que las aglomeraciones urbanas no sean sólo el resultado crudo de la atracción de
masas por un solo polo hacia el que converge un campo de fuerzas en dirección centrípeta.
En síntesis, para un cabal entendimiento de la problemática regional y del concepto de
región, debe entenderse que el espacio no es un recipiente que pueda llenarse y vaciarse
con los objetos y relaciones del mundo material, sino que es dimensión y condición primaria
de su existencia. No debe confundirse, por lo tanto, con territorio o superficie terrestre, ya
que, incluso éstos, tienen una dimensión espacial. Sobre esta superficie es donde se
desarrollan los procesos naturales y los fenómenos sociales. Toda diferenciación que se
haga de las distintas partes de un territorio, tendrá que hacerse a partir de dichos procesos
o en referencia a aspectos determinados de los mismos. La dimensión espacial se
manifiesta, por lo tanto, desde el momento en que se reconoce la existencia de lo real.
EL CONCEPTO DE REGION
En general, puede decirse que el término región comparte dos significados fundamentales:
el primero, hace referencia a la noción abstracta de un ámbito en cuyo interior se cumplen
ciertos requisitos de semejanza u homogeneidad, ya sea que éste se conciba en el mundo
material que conocemos. o hasta en cualquier lugar del universo. La amplitud de esta
acepción permite aplicarla hasta incluso en la esfera del pensamiento humano o del
razonamiento filosófico, como una figura mental. Así podemos usar expresiones que van
desde región ganadera, región cardiaca en anatomía, región convexa como en
programación lineal, hasta región galáctica, región del pensamiento o, incluso, región
epistemológica.
El segundo significado se inscribe en un nivel más reducido de generalidad, para denotar
ámbitos concretos de la realidad física y sus elementos. Concretamente, aquí el término se
utiliza para identificar porciones determinadas de la superficie terrestre, definidas a partir de
criterios específicos y objetivos preconcebidos, los cuales pueden provenir de las ciencias
naturales o de las ciencias sociales. Menciono esta dicotomía para aclarar que las
diferentes partes de un territorio pueden diferenciarse en función exclusivamente de
factores naturales o geográficos, o con arreglo a determinaciones sociales: una región tiene
sentido y existencia sólo cuando en ella se asienta un conglomerado humano que es el que
le otorga forma y extensión.
Con apego a estas precisiones, el propósito de este apartado es examinar el concepto de
región desde la perspectiva de las ciencias sociales, a fin de esclarecer su contenido y
situarlo en el lugar que le corresponde entre las diversas acepciones de¡ término.
En este campo, se han desarrollado múltiples debates y controversias entre estudiosos de
distintas disciplinas, sin que se haya llegado a ningún acuerdo. En mi punto de vista, creo
que esto ha obedecido a que lo que se pretende es llegar a definir un concepto de validez
universal que pueda ser aplicado en cualquier contexto. De estas conformaciones han
surgido intentos de conceptualización que buscan clasificar genéricamente los criterios de,
fragmentación de un territorio dado y/o de establecer los límites de las parcelas así
definidas. En todos estos casos, se invoca la acepción abstracta de¡ término y se le asignan
distintos contenidos para diferenciar determinadas partes de la superficie terrestre. Como
resultado de estos esfuerzos teóricos, se ha llegado a postular un buen número de "tipos"
de región que en rigor responden a los objetivos e intereses particulares de quienes los han
propuesto, según la disciplina desde la cual se haga la formulación. Así, podemos observar
que para un geógrafo, una región puede ser desde un subcontinente, una cierta zona en el
polo sur, o hasta el distrito industrial de una ciudad. En cambio, para un planificador
regional, el término sólo es aplicable a áreas mayores que una ciudad dentro de un ámbito
nacional; es decir, a lo que Luis Unikel denominaba un "espacio supraurbano"4 . Aún más,
para un economista neoclásico, una región equivaldría a un área de mercado.
Sin embargo, a pesar de estas diferencias de enfoque, desde hace ya varios lustros se llegó
a reconocer la necesidad de la interdisciplina para abordar el estudio de los fenómenos
sociales en su dimensión espacial. El desarrollo de la llamada "Ciencia Regional",
primeramente concebida por Walter Isard, consolidó esta tendencia a fines de los años
cincuenta. Se trata de un cuerpo conceptual que intenta ser una síntesis teórica de los
segmentos de las distintas disciplinas que convergen en el estudio de los procesos sociales
que tienen lugar en áreas específicas, de alguna manera definidas como regiones. Tuvo su
origen en el seno de una corriente de la más pura tradición neoclásica, siendo sus autores
predominantemente anglosajones. Tratando deliberadamente de elaborar un discurso
puramente científico y neutral, los científicos regionales se han dedicado a desarrollar
técnicas y modelos cuantitativos y a aplicarlos a lo que sucede en las regiones, haciendo
abstracción del contexto social donde se hace el análisis, así como del momento histórico,
la atmósfera ideológica, la estructura política y el grupo étnico de que se trate. Como
veremos más adelante, esta tarea está siendo acometida por estudiosos de países
latinoamericanos, ante la necesidad de teorías propias que reflejen la realidad de sus
problemas y aspiraciones.
En las páginas siguientes, intentaré hacer una revisión crítica de las principales
contribuciones al estudio del concepto de región, con el propósito de dar un paso más
hacia su esclarecimiento. Para ello, me permitiré dividirlas en dos grupos fundamentales: el
primero, incluye todas las formulaciones que denominaré convencionales, cuyo rasgo
característico es el de hacer abstracción de toda consideración histórico-social y así
postular conceptos que se pretende sean universales; el segundo, agrupa a aquellas
elaboraciones cuyo punto de partida es precisamente el reconocimiento de la vigencia de un
sistema social históricamente determinado, el cual da origen a toda concepción regional en
la medida en que sostiene que la ocupación de un territorio está condicionada por el tipo de
relaciones sociales prevalecientes entre los grupos humanos que se asientan en
determinadas partes del continuo geográfico.
LAS CONCEPCIONES CONVENCIONALES
Los espacios abstractos (La Escuela Francesa)
Los tipos de región más ampliamente conocidos y a los que se les ha atribuido un
significativo grado de generalidad, son, sin duda, los derivados de las elaboraciones
teóricas de Francois Perroux y Jacques Boudeville.
En un congreso5 , Perroux postuló que el espacio podía concebirse como: a) definido por un
plan; b) un campo de fuerzas, o e) un agregado homogéneo. Sin embargo, debe aclararse
que estas nociones no se refieren a criterios de división territorial, ya que el enfoque de este
autor era puramente funcional. Fue Boudeville quien, posteriormente, en el curso de sus
esfuerzos por darle un contenido geográfico a las nociones abstractas, tanto de espacio
como de polos de crecimiento, concebidas por Perroux de manera ambigua y carente de
claridad conceptual, formuló tres tipos genéricos de región que corresponden
respectivamente a los espacios perlouxianos: región plan o programa, región polarizada y
región homogéneas
Tal vez por esa estrecha correspondencia entre ambas formulaciones, se ha desarrollado
una notable confusión conceptual que ha llevado a utilizar el término espacio para denotar
formas de diferenciación de un territorio: el espacio como vocablo, o como categoría de lo
real. dicho de otra manera, esto significa que el concepto de espacio se ha hecho
equivalente al de región, al proyectarlo en el plano de la superficie geográfica, o más bien,
al confundirlo con esta última.
De cualquier forma, el trabajo de Perroux y Boudeville ha ejercido una influencia definitiva,
al grado que, para muchos autores, agota enteramente la discusión sobre el concepto de
región toda vez que los conceptos que proponen logran comprender todas las posibles
variantes que en torno a ellos se pueden formular. De manera resumida, estos tres tipos de
región pueden definirse, de acuerdo a las elaboraciones posteriores más conocidas, como
sigue:
a) Región homogénea: unidad territorial definida mediante un factor único de
diferenciación, ya sea social, físico, climatológico o político. La diferenciación o dispersión
de sus elementos en su interior, será menor que la que se dé entre las diferentes regiones
que se definan. Desde el punto de vista económico, una región así definida se concibe
como un todo diferenciado que se desarrolla y declina de manera uniforme. Es el concepto
utilizado en macroeconomía regional, con base en el cual se reducen a escala problemas
de crecimiento, determinación de la renta y cambios a corto y largo plazo, asumiendo
valores constantes de esas variables en toda la región.
b) Región polarizada: denominada también nodal, hace referencia a unidades territoriales
definidas a partir de la interdependencia funcional y de la densidad de flujos entre sus
elementos, sin que puedan establecerse para la misma, límites precisos. Su característica
es la interacción entre núcleos centrales y áreas satélites. El sistema se organiza en torno a
un polo central con el cual todos sus elementos se relacionan más intensamente que otros
ubicados fuera del ámbito nodal. En la práctica, este tipo de región se refiere a una ciudad
y su área territorial de influencia; ésta es el ámbito de mercado para la producción de la
primera y, a la vez, zona de abastecimiento para su demanda de insumos. Esta relación
centro-periferia se amplía a escala nacional para comprender a la que se establece entre el
polo dominante y el resto del territorio, ya que las diferentes regiones definidas para el país
dado, se organizarán jerárquicamente en torno al nodo más importante que, en el Tercer
Mundo, casi siempre corresponderá a la capital nacional. Como podrá apreciarse, este
esquema representa la contraparte francesa a la Teoría del Lugar Central, desarrollada por
la Escuela Alemana de Christaller y Lösch, en cuanto hace al carácter jerárquico de la
organización territorial de un sistema económico nacional que ambas proponen.
e) Región plan o programa: es aquélla que se define en función de criterios y objetivos
específicos de política económica para alcanzar el máximo de eficiencia en la
implementación de programas y estrategias. Su determinación es, por lo tanto, totalmente
arbitraria, pues generalmente se busca coherencia administrativa o congruencia entre el
área a considerar y la estructura institucional disponible para llevar a cabo los planes.
Aun cuando cada uno de estos tipos responde a fines específicos, los tres comparten la
característica común de corresponder a secciones territoriales diferenciadas en virtud de
algún elemento o condición que se cumple en su interior. Es decir, áreas cuya identidad
está determinada por algún factor o criterio único que les confiere cierto grado de
homogeneidad suficiente que pueda distinguirse de otras áreas del continuo geográfico. La
generalidad que han alcanzado, se debe a su carácter ahistórico, aideológico y neutral,
respecto de la realidad social en que cualquiera de los tres tipos de región se inscriba. Así,
estos criterios pueden aplicarse a la Inglaterra del siglo XIX, o a la Bolivia de 1980.
Basándose en estas tres denominaciones, se han elaborado otras de alcance más limitado
o específico que vienen a ser mas bien variantes concebidas para servir a determinados
propósitos en los distintos discursos teóricos. Este es el caso de los tipos de región
propuestos para fines de planificación o para el desarrollo de actividades en jurisdicciones
subnacionales.
La región económica (La Escuela Alemana)
La aportación de esta corriente de pensamiento al estudio del concepto región, se deriva
de los trabajos de Walter Christaller y August Lösch al formular la llamada Teoría del Lugar
Central dentro de sus esfuerzos por descubrir las leyes y mecanismos que regían el orden
territorial de los fenómenos económicos. Para este fin, concibieron la realidad geográfica
como un espacio euclideano, bidimensional, lo que les permitió hacer uso de formas
espaciales abstractas contra las cuales referir esa realidad, llegando, incluso, a postularías
como el ideal al que deberían tender las configuraciones territoriales de toda organización
social.
Para Lösch, las regiones definidas geográfica o culturalmente, así como el territorio de los
Estados-nación, creados por razones políticas, eran agregados artificiales determinados
arbitraria y accidentalmente. Su intención, por lo tanto, fue proponer un nuevo concepto
que superara esas limitaciones. Y permitiera concebir un "orden espacial de cosas más
natural y duradero" '. Esta es la noción de "región económica" en oposición a las regiones
culturales, geográficas o políticas, de las cuales pretendió que fuera no una variante sino
algo equivalente. Este concepto responde a la idea de definir una región a partir de la
forma como las actividades productivas están distribuidas sobre el territorio, y los procesos
económicos tienen lugar tomando en cuenta la fricción de la distancia. Se concibe así a
aquélla como una unidad económica independiente y autosuficiente integrada por la
agregación de las áreas de mercado de los distintos productos. Estas áreas tendrán una
forma hexagonal para cada producto, por ser ésta la que permite minimizar la distancia total
entre puntos de consumo y producción y maximizar el número de demandantes del
producto por unidad de superficie. Esto, bajo el supuesto de una superficie isotrópica y una
distribución uniforme de recursos y población.
En realidad, como el mismo Lösch lo expresó, se trata de una región ideal concebida como
un recurso teórico indispensable, según él, para identificar las regiones del mundo real y
entender su naturaleza y estructura esencial, bajo la condición de aceptar supuestos
altamente restrictivos. Cada unidad productiva tendrá un área de mercado en forma de
hexágono, dentro de la cual toda la población residente consumirá sus productos, ya que
cualquier otra unidad productiva estará a mayor distancia; estas áreas de mercado serán
del mismo tamaño para un mismo producto y se agregarán para formar redes; habrá otras
áreas de mercado para otros productos que serán mayores o menores, las cuales se
superpondrán unas a otras, yendo desde muy chicas hasta las muy grandes; al ordenarlas
en torno a un centro de producción común a todas (el lugar de mayor centralidad) y
retándolas alrededor de éste, se logrará un sistema óptimo en el que cada lugar tendrá
acceso a todos los productos y se podrán establecer las mejores líneas de transportación.
Esto es lo que Lösch llamó la región económica ideal.
La región productiva (La teoría de la base económica)
Esta noción de la base económica, se inscribe dentro de las Teorías del Crecimiento
Económico Regional que se han discutido desde hace casi tres décadas dentro de la
doctrina neoclásica, para entender las causas que determinan el progreso o el
estancamiento de las regiones. Se parte de la idea de que la superficie terrestre está
diferenciada en función de la dotación de recursos naturales, lo cual da lugar a una división
territorial del trabajo como consecuencia de que cada área se especializa en la producción
de aquellos bienes que sus recursos permite. Así, se enfatiza en el hecho de que ninguna
región es autosuficiente, por lo que el intercambio y el comercio entre regiones,
representará la condición necesaria para su existencia.
El crecimiento de una región dependerá de su capacidad productiva en general y de sus
posibilidades de exportación en particular. Si su producción se restringiera a las
necesidades del consumo local, el crecimiento sería lento, dado el carácter circular del
proceso. Sólo cuando se rompe este círculo y pueden lograrse excedentes exportables,
podrá establecerse una expansión autosostenida, ya que al venderse las exportaciones a
gentes cuyos ingresos fueron obtenidos en otras regiones, se hará posible un influjo
monetario neto para pagar las importaciones y se instalará lo que Myrdal llamó un proceso
de causación circular acumulativa.
Toda la estructura productiva del área se organizará en torno a las actividades de
exportación que, por eso, se denominan básicas; se desarrollarán industrias
complementarias y servicios de apoyo (organizaciones de investigación, bancos, agencias
de capacitación de mano de obra, etc.) generando economías externas que se
aprovecharán para mejorar la posición competitiva de los productos regionales, al reducir su
costo. La región se comportará como un todo homogéneo y coherente cuya identidad
estará determinada por sus actividades económicas para la exportación; es decir, por su
base económica.
A partir de estos razonamientos, se propone una redefinición del concepto de región,
señalando que el elemento unificador que da cohesión a una región más allá y por encima
de sus regularidades geográficas, es su desarrollo alrededor de una base económica
común.' Esta circunstancia es la que hace que las fortunas y voluntades de los habitantes
del área, se unan en esfuerzos políticos comunes y la economía regional se integre bajo
objetivos comunes de desarrollo.
LAS CONCEPCIONES AVANZADAS
La región espacial (La teoría de Coraggio)
Haciendo un reconocimiento explícito y exhaustivo de las relaciones entre formas
espaciales y procesos sociales y, asimismo, una clara especificaci6n del concepto de
espacio, este autor parte de la noción de "ámbito" de una relación, para llegar a un
concepto de región que incorpora consideraciones de la realidad social y material; es
decir, de los diversos órdenes del ser. Define como ámbito territorial de una relación social,
al "segmento de territorio que incluye la localización de los agentes y medios directamente
acoplados por la relación, así como a los senderos de los flujos materiales que la realizan" .
Añadiendo que pueden identificarse áreas de homogeneidad relativa, llega a definir a la
región como un ámbito o área de homogeneidad territorial, del7inida a partir del dominio
particular de una relación de acoplamiento o de semejanza. 10
Si bien esta definición adelanta, en parte, un concepto nuevo, más general, de región, la
misma de ninguna manera agota la contribución de Coraggio al esclarecimiento de dicho
concepto en su significado más general.
El verdadero concepto que postula, hace referencia a porciones del territorio como lugar o
escenario en donde se ubican procesos y relaciones sociales, así como elementos y
procesos naturales, los cuales, al estar indisolublemente articulados, conforman lo que se
denomina un complejo social-natural. Esta articulación entre lo social y lo natural, se da a
través de procesos ecológicos y biológicos (metabolismo, etc.) cuyo desarrollo indica la
estrecha interrelación entre ambos órdenes del ser y deja en claro que no se trata de una
relación entre objetos o entidades distintas que puedan concebirse separadamente. La
región viene a ser el ámbito en donde se aloja esta colectividad diversa pero coherente. Su
tamaño, forma, localización, etc., responderán a la lógica de los procesos sociales, de la
que también se deriva el tipo de organización espacial y las formas de apropiación del
territorio. Es decir, que una región es la forma espacial de un subsístema social
históricamente determinado, entendiendo como forma espacial a una configuración
territorial cuya lógica puede entenderse a partir de un proceso social concreto que acusa
regularidad y recurrencia.
Cabe destacar que Coraggio distingue este concepto de región del regionalización, el cual
subdivide entre regionalización objetiva y regionalización subjetiva. La primera, se refiere a
la inscripción en el territorio de un proceso, relación o fenómeno dados; mientras que la
segunda, es el conocido procedimiento de identificar regiones con base en ciertos criterios y
bajo objetivos específicos (como el caso de la planificación). Así, un fenómeno estará
objetivamente regionalizado, cuando su organización espacial correspondiente esté
identificada en ámbitos o áreas definidas de homogeneidad territorial. Es decir, que la
regionalización de ese fenómeno es su forma espacial.
Los temas que señala para el análisis de la problemática regional, incluyen el estudio de los
ámbitos de acumulación mercantil y los ámbitos de explotación. Asimismo, señala la
organización territorial de la' reproducción de la fuerza de trabajo, la reorganización de la
producción de¡ capital social, y la reorganización de los procesos políticos e ideológicos de
dominación.
La región integral (La Escuela Argentina)
Está representada aquí por el trabajo de Rofman, quien después de hacer una crítica
sistemática a las acepciones convencionales del término región, que la definen a partir de
un solo elemento o factor, o la consideran haciendo abstracción del sistema económico
social en el que inscribe como un todo indiferenciado internamente en cuanto a estructura
social y política, se emprende la elaboración de un nuevo concepto de carácter integral. El
punto de partida es el reconocimiento de que cada sociedad organiza su espacio y le
imprime una forma específica de configuración.11 Se apela, además, al concepto de
formación social como algo históricamente determinado y, como éste suele aplicarse a
comunidades nacionales, se establece que cualquier sistema subnacional compartirá los
rasgos esenciales característicos del sistema nacional. De esta manera, los diferentes
subsistemas o regiones se diferenciarán por el tipo de variante que acusen de la formación
social en cuestión, pero, a su vez, se considerarán como formaciones sociales propias,
cuyas características estarán acordes con el modelo nacional.
Este concepto integral de región, se postula como capaz de dar cuenta de cuestiones
fundamentales como: el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas regionales; las
relaciones de producción; las formas de organización y el nivel tecnológico de la economía;
el grado de concentración económica y los módulos de distribución del ingreso, y el modo
de producción dominante, los modos subordinados, las formas de coexistencia entre los
mismos y la estructura política.
La relación que se establezca entre la formación social regional y la nacional, surge como
aspecto esencial de toda la argumentación, ya que de la manera en que se articulen,
dependerá el grado de autonomía de la primera respecto de la segunda y, en el sentido
contrario, la intensidad con que influirán regionalmente los fenómenos y cambios que se
desarrollen a nivel nacional e internacional. dicha forma de articulación se conocerá
mediante un análisis detallado de las características particulares de cada región que no
sean propias del sistema nacional, en cuanto al sistema productivo, la estructura social y la
estructura jurídico institucional.
La región histórica
Esta última contribución que he considerado, se desprende de un trabajo de dos
historiadores mexicanos 12 que buscan explicar la organización territorial y la estructura
regional de México a través del examen de los procesos históricos subyacentes que
conformaron a las regiones actuales.
Estos autores dirigen su análisis a las fuerzas económicas, sociales y políticas que
determinaron la forma y el carácter de las regiones a través del tiempo, bajo la acción de los
esquemas de dominación que se sucedieron en sus distintos momentos históricos. Es decir,
hacen énfasis en la formación histórica de las regiones.
Con esta concepción, intentan superar las limitaciones de los estudios regionales que
únicamente consideran la singularidad y características de las regiones, tal como aparecen
en el presente y, además, se las considera como entidades autónomas separadas o
separables del sistema nacional que forman parte, el cual llega así a concebirse como la
suma de sus regiones. En este sentido, precisan que el proceso histórico regional es reflejo
y consecuencia de los procesos generales que afectaron a la industria del país: la
verdadera peculiaridad de una región se conocerá sólo al considerarla en su contexto
nacional y en su dimensión histórica.
Para caracterizar o diferenciar una región, identifican la formación económico-social que allí
se asienta, considerándola como unidad histórica y reconociendo que la misma es el
resultado de relaciones histórica y sociales más amplias que le dieron origen y cuyo
predominio se extiende más allá de los confines regionales.
En síntesis, la región se conceptúa como un espacio históricamente constituido que es
producto de las relaciones sociales y de patrones de dominación imperantes en las
sucesivas etapas históricas de su desarrollo.
EVALUACIÓN
Al iniciar el apartado anterior, señalaba la necesidad de distinguir entre la noción abstracta y
general de región y el concepto más concreto que hace referencia a formas de parcelación
de un territorio dado, como un caso especial de la primera. Con esto, lo que pretendo
realmente es destacar la diferencia fundamental entre lo que es el término en sí y lo que
viene a constituir el concepto de región en ciencias sociales. La relevancia que le atribuyo
a esto, se deriva de que dicha definición sea tal vez la fuente de gran parte de las
confusiones en torno a significado de esta noción sencilla y a la vez compleja. El término
como tal, sin caer en complicaciones semánticas, no es sino un recipiente neutral
susceptible de llenarse con contenidos diversos que vienen a ser, en este caso, las distintas
connotaciones de la idea de región a que se ha llegado en los diferentes campos del
conocimiento humano.
El significado genérico del término mismo, es lo que corresponde a la noción abstracta a
que he hecho referencia, en el sentido de que sugiere la idea de un ámbito de cualquier
índole, capaz de diferenciarse de otros similares en los diversos órdenes del ser. En esta
idea, esta noción, la que se aplica indiscriminado y superficialmente en todos los contextos,
confundiéndola con conceptos que son casos específicos de la misma, como los usados
para designar partes de un territorio a proyectarlas contra el plano geográfico. Es decir, el
término constituye el vocablo con el que se expresa el concepto de región y cuyo
significado corresponde a la acepción más general de este último.
Este razonamiento pone de manifiesto el hecho de que en las llamadas concepciones
convencionales lo que se discute en realidad son las distintas formas o criterios para
caracterizar a las varias partes de un territorio, mas no el significado del término región. En
todos estos casos, se da por hecho que existe acuerdo al respecto y se utiliza a este
significado como sustantivo a ser calificado por distintos adjetivos (región polarizada,
económica, homogénea, etc.) Esto, claro está, no implica que por tal razón esos esfuerzos
teóricos sean irrelevantes; de lo que se trata, mas bien, es de ubicarlos de acuerdo al
carácter de su aportación. De esta manera, puede observarse que algunas proposiciones,
más que conceptos, son tipos de región, ya que simplemente se habla de atributos o
factores que clasifican y dan identidad a determinadas áreas geográficas, las cuales
quedarán tipificadas en diferentes formas con arreglo a un concepto que no se discute. Tal
es el caso de los propuestos por la Escuela Francesa. Sin embargo, es fundamental
destacar la indiscutible generalidad del concepto de homogeneidad, de acuerdo al cual
Boudeville desarrolló uno de sus tipos de región.
En cuanto a otros aspectos, es de comentarse que, aún cuando las concepciones
convencionales se caractericen por su naturaleza ahistóríca y aideológica, la verdad es que
llevan implícitos estos elementos, pues aspiran a la universalidad al postular como eterno el
sistema social en cuyo seno fueron concebidas. Esto se observa, por ejemplo, al revisar la
contribución de Lösch, quien asume una sociedad atomística carente de toda diferenciación
y establece la obtención de ganancias por parte de¡ productor, como el motor que impulsará
la articulación territorial del sistema a través de la eficiencia en la localización de los
productores y en las líneas de transporte. En otras palabras, se está hablando de la esencia
misma del capitalismo, al cual se le considera como un orden social inmutable. Al examinar
el resto de estas aportaciones, podrá advertirse que cada una conlleva el tipo de formación
social a partir de la cual sus autores la concibieron. Sin embargo, al no reconocer esto
explícitamente, quedan sujetas a las limitaciones de todas aquellas teorías que pretenden
ser universales nada más sobre la base de postular como eternos los supuestos de que
parten.
Sin embargo, es necesario aclarar que no por lo anterior este tipo de concepciones que
denominamos convencionales, pierden toda relevancia, ya que, en cada caso, se producen
aportes teóricos cuya validez se mide en función del propósito a que sirven. Más bien debe
situárselas en el lugar en que les corresponde utilizarse cuando nuestros objetivos de
trabajo sean similares o congruentes con aquellos que tuvieron sus autores al formularlos.
Para los fines de una empresa privada, el concepto de región no será otro que el de área
de mercado (Lösch). En cambio, para una dependencia gubernamental responsable de la
implementación de planes, la región-plan o la región homogénea (Boudeville) serán las de
mayor utilidad para efectos prácticos, pues seguramente, buscará una homogeneidad
administrativa posible, mediante la agregación de distritos, municipios o estados.
En el caso del tipo de región inspirado en la llamada Teoría de la Base Económica, cabe
observar que, si bien es aparentemente de alcance limitado, parte del hecho irrefutable de
que existe una división territorial del traba . o, toda vez que se da la especialización del
proceso productivo en determinadas partes de la superficie terrestre. Esto último, a su vez,
se apoya en el hecho, también innegable, de que los recursos no están uniformemente
distribuidas desde el punto de vista geográfico, lo cual orienta en buena medida la ubicación
de las unidades de producción, cuando menos durante el proceso de ocupación del territorio
o aún después, como en el caso de las industrias extractivas. De esta manera, se destaca
el hecho objetivo de que, a nivel subnacional, no existen regiones autosuficientes.
Al proponer que una región se define por su organización en torno a sus actividades
productivas para la exportación, se hace resaltar la noción de comunidad como elemento de
identidad regional, lo que, en mi opinión, pudiera equivaler, guardando las debidas reservas,
a lo que la Escuela Latinoamericana plantea como un subsistema social que se asienta en
un área determinada. Claro que ésta es una mera analogía que se sugiere a sí misma pero
que en realidad no constituye una equivalencia. Pero volviendo a la redefinición propuesta
por North, puede citarse el ejemplo de las regiones agrícolas de Sinaloa y Sonora o a la
industrial de Nuevo León, para comprobar la validez que para ciertos fines tiene la noción
de región productiva, validez que, sin embargo, se desvanece a medida que el tamaño del
área considerada es aumentado.
No hay duda de que el segundo grupo de concepciones representa un avance respecto de
las contenidas en el primero, sobre todo a la luz de las necesidades y realidad de los países
latinoamericanos. Esto se apoya en que se trata de elaboraciones realizadas más
recientemente y a partir de la revisión crítica de estas últimas, que aquí designamos como
convencionales. Su validez proviene de que sus planteamientos se originan en cuestiones
más generales, como son las relaciones entre naturaleza y sociedad o entre espacio y
espacialidad y espacio y territorio. Es decir, se parte de las condiciones materiales de
existencia del hombre y, además, se reconoce el carácter transitorio de las distintas formas
de organización social de acuerdo a las cuales se ha agrupado a lo largo de la historia. El
concepto de formación social asume un papel fundamental como ordenador de las ideas
acerca de las configuraciones que se van produciendo en el territorio en distintos momentos
históricos. Se destaca la necesidad teórica de enfocar la atención hacia factores de mayor
relevancia para conformar la idea de región y, a la vez, para identificarla en la realidad
geográfica, logrando así superar las limitaciones de los criterios convencionales que
proponen atributos únicos de homogeneidad, o abstracciones, como la intensidad de flujos
para caracterizar a las regiones. El grado de desarrollo de las fuerzas productivas, los
modos de producción y su coexistencia, las relaciones de dominación, la estructura política,
las formas de acumulación, la organización territorial de la reproducción de la fuerza de
trabajo, etc., son incuestionablemente los elementos que revelarán la realidad regional de
un país, ya que no sólo presentarán una imagen descriptiva (fotográfica) de lo que hay o
sucede en las distintas partes de su territorio, sino que, además, pondrán de manifiesto las
fuerzas que dieron origen a esa situación y a las que tienden a mantenerla, además de que
aportarán criterios para modificarla.
Las regiones tendrán sentido sólo en tanto sean el escenario donde se asienta un
conglomerado humano y una colectividad de elementos naturales, ambos en estrecha
interrelación y formando un todo orgánico. Las definidas únicamente a partir de los
elementos naturales, se reducirán, por lo tanto, a meras clasificaciones geográficas
realizadas de acuerdo a clima, topografía, recursos, etc. Sin embargo, como lo advierte
Coraggio, no debe confundirse a la región con los elementos que la integran; esto es, con
el grupo social que la habita o con los elementos naturales que allí existen, sino que debe
entenderse como la parcela territorial en donde se alojan; esto es, como segmento de la
realidad material en donde tiene lugar su existencia.
En resumen, podemos establecer que el concepto de región más completo a que
podemos llegar es, sin duda, el que surge de una integración adecuada de las
proposiciones de los aportes "avanzados" que se han revisado aquí. Como quiera que se
defina, constituirá un concepto nuevo de mayor validez y generalidad que aquéllos que le
han servido como antecedentes. Hará referencia a secciones de un territorio en cuyo seno
está asentado un grupo humano que es parte de una formación social más amplia,
generalmente concebida dentro de la noción moderna de Estado nacional, de la que
también será una variante pero con un cierto grado de autonomía que le permitirá, a su vez,
constituirse en una formación social distinta. Este grupo o subsistema social históricamente
determinado, imprimirá su sello particular a la organización de ese territorio, lo cual resultará
en formas especiales concretas que no será otra cosa que la regionalización de los distintos
procesos sociales que lleve a cabo el conglomerado. Su extensión, forma y posición
relativa, no se explicarán por leyes físicas, sino por las que gobiernan esos fenómenos
sociales de acuerdo al modo de producción dominante.
Como puede advertirse, aún en este concepto más elaborado, la región se reduce, en
último análisis, a una porción de la realidad geográfica en cuyo interior prevalece alguno o
algunos atributos que le confieren la homogeneidad suficiente para distinguirse de otras y
así tener identidad y existencia propias. Esto no significa, sin embargo, que toda la revisión
realizada carezca de sentido, en vista de que al final llegamos nuevamente a la misma
noción simple que tal vez se tenía al principio, sin necesidad de un estudio complicado. Por
el contrario, en primer lugar, se ha destacado la importancia cardinal de comprender
cabalmente qué es el espacio como categoría y dimensión, así como la relación general
entre formas espaciales y procesos sociales a través de la noción de espacialidad. Así
mismo, ha quedado señalada la necesidad de entender que los fenómenos sociales tienen
inherentemente una dimensión espacial como condición primaria de su existencia. Por otra
parte, se ha intentado establecer la diferencia entre el término región, como vocablo que
denota la ideal general de ámbito, y lo que de manera más específica constituye el
concepto de región en ciencias sociales, así como la distinción entre concepto y tipo de
región.
Al postular la especificidad del concepto en relación al significado del término, no se intenta
señalar un grado inferior de generalidad, sino destacar su respectiva posición. En última
instancia, la región constituye, por decirlo así, un recurso conceptual que resume las
diferentes consideraciones contenidas en este ensayo, permitiendo lograr su comprensión,
dado que, si bien se le utiliza comúnmente para referirse a ámbitos subnacionales, designa
en general a las distintas partes de la realidad geográfica en donde tiene lugar la existencia
humana.
NOTAS
1 Lipietz, A., El capital y su espacio, Editorial Siglo XXI, México, 1979.
2 Coraggio, J.L, Sobre la espacialidad social y el concepto de región, El Colegio de
México, Avances de investigación, CEED, 3, 1979.
3 Véase, Coraggio, J.L, op. cit, p. 6.
4 Unikel, L., Región escrito elaborado para definir el término para fines de diccionario,
México, 1980.
5 Perroux, F., Economic space. Theory and applications, Quarteriy Journal of Economics,
Vol. LXIV 1950, pp. 90-97.
6 Para complementar los trabajos de Boudeville, así como, de Perroux y la Escuela
Fancesa, ver, Darwcnt, D.F., Growth poles and centers In regional planning: a review, en
Friedmann y Alonso (Eds.)., 'Regional poiicy, Readings in theory and applications', MIT
Press, 1975, pp. 539-565.
7 Lösch, A., The nature of economic regions, en Friedmann y Alonso (Eds)., op. cit. p. 97.
8 North, D.C., Location theory and regional economic growth, en Friedmann y Alonso (Eds).,
p. 346.
9 Coraggio, J.L, op. cit, p. 42.
10 Ibidem p. 44.
11 Rofman, A., Desigualdades regionales y concentración económica: el caso argentino,
Ediciones SIAP-Planteos, Buenos Aires, 1974, p. 41.
12 Moreno Toscano, A. y Florescano, E., El sector externo y la organización espacial y
regional de México (1521-1910) Ponencia presentada en el IV Congreso Internacional de
Estudios sobre México, Santa Mónica, Calif., 1973.