¿Quién sabe?

El misterioso destino de la cultura Nazca en Perú

El enclave en el desierto de Perú sigue fascinando por los dibujos visibles a vista de pájaro que dejó la misteriosa cultura Nazca.

Las creaciones de la cultura Nazca siguen siendo a día de hoy uno de los mayores quebraderos de cabeza de arqueólogos e historiadores. En poco más de 700 años, desde el 10 a.C. hasta el 700 d.C, sus habitantes levantaron la primera ciudad de Perú en la provincia de Nazca y repartieron impresionantes líneas sobre más de 450 kilómetros cuadrados en pleno desierto. Hoy, 2.000 años más tarde, el porqué de las famosas Líneas de Nazca sigue siendo toda una incógnita.

¿Qué son las Líneas de Nazca?

Sobre un gran lienzo de terreno arcilloso, la cultura Nazca grabó líneas infinitas, formas geométricas, animales y demás geoglifos de cientos de metros de longitud. Actualmente se conocen 300 figuras, sin embargo, se sabe con certeza que el desierto esconde muchas más.

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Nazca

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Un misterio para la historia

Sobre su significado, poco se puede decir ya que aquí radica el verdadero misterio. Fue la causa por la que la desconocida alemana María Reiche se obsesionó con Nazca y sus líneas. Esta alemana se sentaba durante horas sobre lo alto de las colinas y, básicamente, acabó en el Muelle de San Blas sin saberlo. Se le conocía como 'la bruja' por llevar siempre una escoba con la que cuidar su preciada investigación y de tanto esperar acabó ciega por el reflejo del sol en la arena.

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Hito turístico

Ni ella ni nadie ha sabido defender una teoría real sobre estas líneas. Algunos hablan de caminos hacia lugares religiosos, otros de mapas de canales subterráneos, algunos de regalos a los dioses del cielo y, la gran mayoría, de un gran calendario astronómico. Obvio que la teoría de los alienígenas sigue existiendo, eso que no nos lo quite nadie.

Sea como fuere, la UNESCO las nombró Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1994. Y con este hito llegaron los turistas, porque, si algo atrae, es el morbo misterioso que envuelve a este yacimiento arqueológico.

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A vista de pájaro

Viajar a Nazca es sinónimo de ruido de avionetas surcando el cielo y dibujando celosas líneas en el aire. De hecho, es la principal razón por la que se visita Nazca: ver a vista de pájaro sus espirales, su triángulo, su árbol, su colibrí, su mono, su araña, su perro, su iguana y el resto del zoo. En treinta minutos se sobrevuelan las 15 figuras más conocidas.

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Una línea panamericana

La otra opción es empatizar con sus creadores y hacer una visita a pie a través de los miradores levantados con este fin. No se ven tantas figuras, pero con la cercanía se puede comprobar la técnica utilizada y cómo esta se ríe del paso del tiempo. La ruta se realiza a través de la Panamericana, la carretera que, por ignorancia o por dejadez, corta en dos la figura del lagarto.

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'La bruja' homenajeada

Conocer la Casa Museo de María Reiche, también es un buen homenaje a la que fue su mayor defensora. En ella se encuentran notas, mediciones, dibujos, descubrimientos y objetos personales de la investigadora. Perú le regaló este museo y la doble nacionalidad como agradecimiento a su labor.

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Iglesias jesuitas

Para seguir con el halo de misterio, destacar que existen dos iglesias abandonadas que guardan toda la grandeza de lo que debieron ser en lo que ahora son solamente ruinas. Dicen que las iglesias de San José de Nasca y de San Javier de Nasca se conectan entre sí por un túnel secreto en el que se escondían los jesuitas. Hoy poco queda de ellas, eso sí, la visita es todo un regalo a la imaginación (sobre todo si se visitan las catacumbas).

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Surf en la duna más grande del mundo

Para los más aventureros, lo mejor es dejarse llevar por la magia del desierto en la Duna Cerro Blanco, la duna más alta del mundo. Tras un paseazo nocturno de tres horas desde Nazca y a 2.080 metros de altura, el amanecer da la bienvenida a todo aquel que quiera surfear la duna practicando sandboard. Una bajada de más de 900 metros, con vistas privilegiadas a todo el desierto convierte esta práctica en una conexión perfecta entre el hombre y la Pachamama.

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La riqueza de los Nazca

Durante el recorrido, tanto de ida como de vuelta, el pasado de la cultura Nazca acompaña a quienes pasean por sus montañas. Los restos de vasijas, las piedras preciosas o las formaciones rocosas sagradas son un ejemplo de la sencillez abandonada hace ya dos milenios.