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Florida, EE.UU..- Hace más de dos décadas que Delia Fiallo terminó Cristal, la última de sus 43 telenovelas. Pero la misma máquina de escribir que la acompañó durante años tecleando los diálogos de sus personajes ficticios es ahora testigo de una historia real: su autobiografía.

Fiallo, autora de exitosas telenovelas como Cristal y Kassandra, ha aceptado el pedido de sus familiares y está poniendo ella misma en papel las memorias de su vida.

A diferencia de la presión del tiempo que sentía cuando escribía sus telenovelas, ahora no tiene apuro porque su prioridad es atender a su esposo, a sus cinco hijos, sus 13 nietos y su perro Chico, de 12 años. "Estoy disfrutando de mi ocio, de mi familia, y de mi vida", manifestó Fiallo, de 87 años, en su casa de estilo colonial.

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"Durante todos esos largos años que estuve trabajando hice un gran sacrificio, apenas pude disfrutar de nada", expresó la autora nacida en La Habana, quien escribió su primera novela para la radio en 1950. Ahora planea una recopilación de sus producciones -pero ya no como guiones de televisión- y su autobiografía. "Por lo menos de aquí a un año", señaló como meta.

Como no le gusta la computadora ni sabe manejarla, Fiallo emplea su máquina de escribir Adler, la misma que compró al llegar exiliada de Cuba a Miami hace 45 años.

Sonriente y de buen humor, recordó el éxito que alcanzó como escritora de telenovelas, su niñez como hija única en Cuba, su llegada a Miami, su afecto por Venezuela, y su desencanto con algunas de las adaptaciones mexicanas de sus telenovelas.

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Lucecita, Peregrina, Cristal, María de nadie, Pobre diabla, Leonela, Esmeralda y Kassandra son algunas de sus telenovelas más conocidas, traducidas a idiomas como el japonés y el checo para que las vieran millones de personas en más de un centenar de países.

Aunque su éxito trascendió internacionalmente en la televisión en 1971 con Esmeralda -protagonizada por Lupita Ferrer y José Bardina-, Fiallo inició su carrera como escritora de cuentos en Cuba en los cuarenta, y luego como guionista de radio y telenovelas.

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Quería ser veterinaria, pero su madre la obligó a estudiar Literatura y Letras. Menuda y de pequeña estatura, admitió también que jamás pensó en el éxito. "Lo que yo pensaba es que mi trabajo fuera bueno, que mis mensajes llegaran, que mis personajes conmovieran, que la gente se entretuviera, que llorara, que riera con mis obras", dijo ella con sus ojos marrones delineados de negro y labios pintados de rojo que contrastaban con su camisola de gasa negra semitransparente.

"No pensaba en la fama, no pensaba en el triunfo, pero sin embargo estaba trabajando para alcanzarlo inconscientemente", agregó.

Fiallo, quien está leyendo actualmente las novelas del fallecido escritor sueco Stieg Larsson, dijo que fue en Venezuela donde se sintió más respetada. "La época dorada de mi profesión fue (durante) los años que produje en Venezuela", aseguró la escritora. "Respetaban mi creatividad, no me cambiaban nada. Yo elegía el reparto, yo elegía la música", rememoró.

Fiallo trabajaba desde Miami enviando sus libretos día a día a Caracas, primero al canal Venevisión y más tarde a su competidor, Radio Caracas Televisión. Como no existía internet, ni fax en aquel entonces, contaba con el favor de alguna persona que se lo llevara.

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"Terminaba de escribir el capítulo y salía al aeropuerto a pedirle a un pasajero que me llevara el capítulo (...) y algunas veces lo dictaba por teléfono", relató. Era tanto su trabajo que poco tiempo tenía para dedicarle a su esposo, el director cubano de novelas Bernardo Pascual, y a sus cinco hijos. Y en 1985, después de escribir Cristal, dijo basta.

"Nos dedicamos a viajar, y a la familia, le di mucho más tiempo a mis hijas", contó Fiallo, quien hasta entonces pasaba noches enteras sin dormir para escribir sus telenovelas en el estudio de su casa.

Sentada en un cómodo sillón, recordó que sentía tantos deseos de liberarse y vivir que incluso dejó una novela sin terminar, que no piensa retomar. Para dejar a sus hijos en una buena posición económica, Fiallo aceptó a comienzos del 2000 una oferta del canal mexicano Televisa y le vendió los derechos de todas sus novelas, de por vida.

A más de 10 años de esa operación, lamenta que los productores de México no la consulten al momento de hacer adaptaciones con sus telenovelas. "A veces ponen personajes que no estaban en mis novelas, eliminan otros, transforman a su manera mis historias", dijo Fiallo, sin entrar en detalles.

Si de algo está segura, es del camino que forjó. "La primera que escribió una novela de continuidad en horario estelar en toda América Latina fui yo", expresó orgullosa de su trabajo. Esa telenovela de 16 capítulos fue Hasta que la muerte nos separe, que se estrenó en Cuba en 1957.

"Durante todos esos años que estuve trabajando hice un gran sacrificio, apenas pude disfrutar de nada".