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¿Por qué demonios nos gusta tanto pasar miedo?

La ciencia ha descubierto qué hay detrás de nuestra adicción a las películas de terror

Fotograma de la película 'El Resplandor".

Danny Torrance inmerso en una carrera de fondo con su triciclo por los pasillos del Hotel Overlook. Entonces gira una esquina cualquiera, la cámara se detiene, entra la música y nos topamos con la pareja de gemelas más aterradora de la historia del cine. La mitad de la sala emite un chillido, la otra se tapa los ojos dejando un pequeño hueco entre dedo y dedo para no perderse lo que está sucediendo en la pantalla.

Sea cual sea tu reacción, el caso es que el influjo que produce en ti esta mítica escena de El Resplandor es poderoso y adictivo. Sufrimos, no queremos contemplar lo que está a punto de suceder, nos asustamos, pero nuestros ojos no se apartan de la pantalla ni un sólo instante. Es más, aunque hayamos experimentado un nivel de terror casi diabólico, nos nos tiembla el pulso ante la posibilidad de disfrutar de otro visionado del filme de género en cuestión. Y es que es un hecho: al 90% de la población le gusta pasar miedo –sí, quizá la paradoja que mejor define el espíritu de nuestro tiempo–.

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Entender esto es complicado, lo sabemos. Pero un estudio publicado por la revista Consumer Research ha arrojado algo de luz sobre un asunto que nos fascina y aterra a partes iguales: nuestra adicción al cine de terror. Según esta investigación, los consumidores de este tipo de películas son felices pasando miedo, lo cual implica la confirmación de algo que ya intuíamos: las personas pueden experimentar sentimientos opuestos al mismo tiempo. “Los momentos más agradables de una situación en particular también pueden ser los más terribles”, han afirmado los autores del estudio, quienes también apuntan que el alivio que sentimos tras pasar por una situación de "miedo controlado" es lo que realmente nos proporciona satisfacción.

Otras teorías que se barajan al respecto es que lo que realmente arrastra al público a las salas para disfrutar de películas aterradoras es la necesidad de excitación. Y es que en una sociedad estimulada en exceso, como la nuestra, donde se consumen imágenes cada vez más impactantes a la velocidad de la luz, hay pocos productos culturales que consigan "excitar" a la audiencia . El miedo, sin embargo, sigue siendo la herramienta más poderosa y adictiva de nuestra historia, y es que su efecto no entiende ni de espacio, tiempo y generaciones.

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